
La poquedad es un rasgo de personalidad más, no podemos establecer una edad específica en la que comienzan a denotarse dichos inconvenientes, pero prácticamente el 15% de los menores de seis años sufren de introversión, que acostumbra a observarse en pequeños retraídos o indecisos ante situaciones novedosas. Normalmente, se acostumbra a querer la poquedad cuando el pequeño sale de su zona de confort, esto es, del núcleo familiar. ¿Tu hijo se oculta tras ti cuando algún desconocido se dirige a él? ¿Le cuesta participar en actividades grupales a la vera de otros pequeños? ¿Suele asustarse ante situaciones ignotas? Si todas las contestaciones son afirmativas, tu pequeño sufre inconvenientes de poquedad. Como hemos apuntado, no se trata de un trastorno sino de un rasgo de carácter que puede alterarse y superarse con trabajo, sacrificio y entendimiento. Si quieres saber más sobre de qué forma acudir a un pequeño retraído, en el siguiente artículo de Sabioz.com te damos las claves. ¡Toma nota!
Antes de acudir a un pequeño retraído, debes conocer los posibles orígenes de la poquedad. De este modo, te será sensiblemente más simple reconocer los inconvenientes de personalidad del pequeño. Generalmente, la introversión acostumbra a desarrollarse desde bien pequeño, a la vera de los miedos, sobretodo frente a lo desconocido, desde comenzar el instituto hasta el miedo a la separación de los progenitores.
Alrededor de los 3 años, los pequeños comienzan a razonar de forma lógica ante sus miedos, lo como puede convertirse en un inconveniente de poquedad si se aguza. Si bien hay muchos pequeños que nacen con la predisposición de ser tímidos, esto es, es un rasgo genético, muchos pueden superarlo durante los años, en tanto que la genética no es un factor determinante en los inconvenientes de introversión.
Es esencial que sepas advertir los signos y las actitudes de un pequeño retraído. Generalmente, son miedosos y asustadizos, sobre todo ante aquello que ignoran (es frecuente que se escondan tras las personas de su confianza) y evitan a todas aquellas personas que no conocen. Les cuesta salir de su zona de confort, de aquello que dominan, que conocen y que no les amedrenta.
Por otro lado, sufren inconvenientes de integración, en tanto que prefieren estar solos que realizar actividades en conjunto (esta es la mayor diferencia entre introversión y poquedad). En esta línea, vas a apreciar la introversión del pequeño en tanto que habitúan a ser poco participativos y muy mudos cuando están con otros pequeños.

Es esencial advertir a tiempo estas señales y ponerles freno si no quieres que el pequeño tenga vicisitudes para relacionarse conforme vayan pasando los años, sobre todo en la adolescencia, una de las etapas más duras y discutidas de la vida. Valora su comportamiento y entiende por qué el pequeño no muestra meridianamente sus sentimientos. Entender qué es la introversión y qué es lo que significa es esencial para poder acudir al menor.
Una de las claves para acudir a un pequeño retraído es evitar la sobreprotección en el núcleo del hogar. El menor debe sentirse seguro, pero no sobreprotegido. Los progenitores no deben dialogar por él, deben dejar que se desarrolle por sí mismo, que medre, que se haga daño, que cometa fallos y, sobre todo, que aprenda. La sobreprotección al pequeño lo hará más débil y retraído, y el fin es robustecerlo y que poquito a poco supere el inconveniente con la ayuda de los papás, claro está. Recuerda que aislarlo socialmente y meterlo en una burbuja de amor fraternal solo hará que el inconveniente se agudice.

No le fuerces. Es esencial que no intentes, bajo ningún término, que el pequeño haga comportamientos que no van con su carácter. Algunos progenitores intentan obligar a que sus hijos sean más abiertos o sociables de forma inconsciente, con oraciones como «no te escondas», «diles algo», «ve a jugar con los pequeños», etc. Obligar a tu hijo a dejar de lado la introversión no le ayudará a superar los inconvenientes. Debes dejar que poquito a poco descubra por él que no pasa nada. Recuerda: cuanto menos le afirmes, más conseguirás.
La sociabilidad de los progenitores ayudará a la introversión del pequeño, en tanto que los pequeños habitúan a imitar todo lo que ven. Por lo que si sus progenitores tienen comportamientos abiertos, sociales y irrefrenados ante situaciones fuera de lo común, probablemente el pequeño adopte estas actitudes de una manera natural.

Deja a un lado las etiquetas, en tanto que no ayudarán para nada al menor. No puedes ampararte en la forma de ser de tu hijo para excusarlo. Debes procurar que el pequeño se relaje y que se adapte con normalidad a las situaciones ignotas. Dale tiempo y espacio para que acepte las novedades, que las descubra por él y que supere sus miedos.
Hay que buscar ocasiones para que el pequeño pueda relacionarse, desinhibirse y perder el miedo y la poquedad. Salir a comer con pequeños de su edad, ir al parque diariamente, apuntarle a practicar su deporte preferido o invitar a algún amigo a dormir a casa, le ayudará a practicar sus habilidades sociales y, poquito a poco, a mostrarse libre de introversión. Puede que le cueste al principio, con lo que vas a deber aportarle la seguridad que precisa para desarrollarse, pero vas a deber ir dejando que se adapte él solo con total naturalidad. Recuerda: seguridad sí, sobreprotección no.

Por último, pero no menos esencial, vas a deber procurar reconocer sus sacrificios y méritos, en tanto que para un pequeño retraído superar determinados miedos supone una aventura. Hay que valorar siempre y en toda circunstancia todas aquellas actitudes positivas que asistan al pequeño a dar un paso más para separarse de la introversión. El reconocimiento le ayudará a confiar en sí, con lo que le hará sentirse seguro para enfrentar nuevas situaciones ignotas.
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